Mi hija aprendió a abrir las puertas y con eso me enseñó algo maravilloso.
Hace no muchos días , después de su siesta habitual , Amparo llegó corriendo gritando ¡MAMÁ! , ¡MAMÁ! , y tomando mi mano para llevarme rápidamente a ver su nuevo descubrimiento . Su sonrisa era tan grande , y su euforia única. Yo la seguí , de manera casi inconciente, un poco acostumbrada a su alboroto diario.
Me colocó frente a la puerta de su pieza , y entrando ella a la misma cerró la puerta , gestó que causó en mí una gran inquietud que reflejé en la siguiente frase:
- Amparo , no hagas tonteras , si me tomaste la caja con mis papeles , me voy a eno….
Y en eso , interrumpiendo mi poco alentadora frase , abrió la puerta , así rápidamente , casi automáticamente , me calló. Me miró fijo , con una sonrisa que traspasaba sus pequeñas orejas y con una ansiedad de aprobación .
Me agaché para quedar a su altura , la abracé y tomé sus manitos para decirle :
- Muy bien peque , que grande estás , aprendiste algo muy importante, ahora se lo puedes enseñara tu hermana – Y ella gritó - ¡SÍ!
Para muchos abrir una puerta no significa nada , pero mi hija me enseñó en un minuto la importancia , lo significativo de un descubrimiento , la belleza de aprender por sus propios medios , algo que hasta solo un par de días para ella era simplemente imposible.
Y así nos abriremos puertas en el camino y cerraremos otras tantas , aprendiendo y errando una y otra vez , ¡que maravilla mas grande la de aprender! .